Esto no es una carta de amor
Si te preguntan si alguna vez te han escrito una carta de amor,
responde que sí.
Porque no has visto tu carta,
como uno no ve el viento.
Pero sabes que yo no sé mentir.
Si no te enseño mi carta de amor,
no es porque está perdida en
su singularidad.
Sino porque te he dejado tantas
que ya no sé dónde buscar.
Allá donde iba, te dejaba pistas,
Y con mi toque de Midas,
hacía del barro,
un pedestal.
Un pedestal para el día a día,
dónde posar tu fatiga.
Posar tus pocas ganas de hablar.
Busca bien.
Está en las pausas de mi carta suicida.
En las tildes de mi lista de la compra.
En las rimas al final de mis versos.
En las exclamaciones de mi prosa.
Busca bien.
En los libros que leí
porque te cambiaron de pequeño.
En la alquimia que es conocerte,
Adivinar tus sueños y
bajártelos del cielo antes de que despiertes.
En la historia de esa isla remota,
cuna de tu madre,
que me aprendí de memoria
para impresionarla
(para impresionarte).
Te dejo mil y una cartas,
cada una dice te quiero en un idioma diferente.
Acaricia el gato de Schrödinger
porque solo tu estarías tan cerca de la vida y de la muerte.
Baila con la sanidad de Stendhal.
Porque lo mundano se escapó del mundo
Cuando le diste las gracias al nacer.
La primera carta,
la primera primera vez que tu nombre
conoció mi agenda.
Te las dejo en mi rutina mañanera.
Al nada más despertarme,
mirar la temperatura de dónde estés
E imaginar que abrigo te vas a poner.
Esto no es una carta de amor,
Es un preludio a todo lo que te tengo almacenado,
bajo una manta y polvo.
Es toda mi esencia y sensibilidad
exprimida en letras órbitas de tu torso.
Es la limosna que me queda con la que busco oro.
Es todo lo que cosecho con las mangas subidas
y las ganas de llorar de felicidad.
Un preludio a todo lo que te he dado y lo que te podría dar.
Esto no es una carta de amor,
Tómatelo, mejor,
como mi audición personal;
para escribirte tantas cartas de amor
cómo hay rimas de amar.
